Nota: Frank, el autor del presente artículo habla con fluidez inglés, francés y alemán. Lo que le hace interesante, y le he animado a escribir este artículo porque lo considero muy interesante, es que empezó a estudiar idiomas a partir de los 25 años, o sea, quiere decir que ni en su infancia había tenido la oportunidad de estudiar un idioma distinto del nativo, ni había tenido la oportunidad de estar en el extranjero previamente, lo cual significa que cualquier momento es bueno para aprender un idioma.
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¿Por qué estudiar idiomas?
En este mundo en cambio constante, con un mercado laboral que demanda movilidad hoy más que nunca el ser capaces de aprender un segundo, tercer o cuarto idioma con una inversión razonable de tiempo y esfuerzo puede ser un factor determinante en nuestro éxito profesional. Por otro lado la adquisición y práctica de un nuevo idioma es un fantástico ejercicio mental que nos permite aproximarnos a nuevas culturas y expandir nuestra con frecuencia limitada perspectiva del mundo.
La perfección es por definición inalcanzable, pero es frecuente que necesitemos desenvolvernos en otro idioma, aunque sólo sean las nociones básicas para salir airoso en un “cara a cara” durante una entrevista de trabajo.
Para alcanzar ese nivel que nos permita salir del paso no necesitamos acudir a una escuela de idiomas dos veces por semana durante un año, si centramos nuestros esfuerzos adecuadamente podremos obtener grandes resultados en un tiempo record y recordad, poco es mucho más que nada.
Punto 1: Busca similitudes con tu idioma nativo
Lo primero a tener en cuenta para una primera valoración del idioma que quiero aprender son las similitudes que tiene con mi propio idioma o alguno de los idiomas que ya domino. Por otro lado, cuantos más idiomas hablas más fácil resulta el adquirir un nuevo idioma, quizá el contenido (vocabulario y gramática) sea nuevo, pero la flexibilidad mental que se adquiere al aprender a pensar en un segundo idioma es fácilmente extrapolable a un tercero.
Si tan solo hablo español tendré mayor facilidad para aprender una nueva lengua latina (francés, italiano, portugués…) ya que reconoceré buena parte del vocabulario. Si además domino el inglés, me sería de gran ayuda para asimilar en menor tiempo el alemán o el holandés.
Punto 2: Estudia la gramática de los idiomas
Basta con usar un traductor on line y traducir unas pocas frases al idioma que quiero aprender, para apreciar lo difícil que va a ser llegar a desenvolverme en este nuevo idioma.
Por ejemplo:
El perro es pequeño
Le doy el perro a mi amigo
Mi amigo tiene un perro pequeño
Mi amigo no tiene un perro
Su hermano tiene dos perros.
Con sólo estas frases traducidas tengo ya mucha información sobre como “funciona” el nuevo idioma, hay varios aspectos importantes en los que debo fijarme:
– Estructura de la oración: La distribución de sujeto, verbo y predicado (ejemplo: en japonés el verbo va al final de la oración)
– Negación: Si la partícula con la que hacemos la negación es independiente o se agrega al verbo (mediante un verbo auxiliar como en inglés o en el verbo principal como en japonés) o al complemento (como en alemán)…
– Declinación de los nombres y adjetivos: Si nombre y/o adjetivo se declinan al hacer función de complemento directo o indirecto (como en alemán o en ruso) va a requerir sin duda un esfuerzo extra.
– Si adjetivos o artículos han de concordar con el nombre. En el caso del alemán, al tener tres géneros (masculino, femenino y neutro), es conveniente memorizar cada palabra con su artículo desde un principio.
Otros aspectos determinantes a la hora de decidir lo viable de este nuevo idioma son:
– La estructura verbo auxiliar + infinitivo: Como los verbos modales en inglés, seguidos de infinitivo con o sin preposición, me permiten con unas pocas palabras ser capaz de transmitir muchas ideas (querer, deber, necesitar, poder, …). Traduciendo estas dos frases puedo ver la estructura:
Quiero verlo.
Debo hablar con él.
– La conjugación de los verbos en pasado y en futuro: En español tenemos muchos tiempos verbales pero un estudiante extranjero puede apoyarse en el pretérito perfecto (yo he comido) para transmitir la idea de pasado y la perífrasis verbal “ir a + infinitivo” para el futuro con lo que sólo tiene que aprender la conjugación del presente de indicativo de los verbos auxiliares (haber e ir) y participio e infinitivo del verbo principal. ¿Tenemos conjugaciones análogas en el idioma que queremos aprender?
– Algunos idiomas directamente utilizan un alfabeto completamente diferente al nuestr
Punto 3: Céntrate únicamente en defenderte de forma simple en poco tiempo
Con esta serie de consideraciones en muy poco tiempo puedo tener una idea clara a cerca de lo complicado que va a ser “descodificar” la estructura básica en este idioma.
Es interesante comprobar si el idioma que queremos aprender tiene este tipo de estructuras sencillas y prácticas y de primeras ignorar la mayor parte de las complicaciones gramaticales que no son necesarias para comunicarse y lo único que harían sería echar por tierra nuestro objetivo de desenvolvernos con soltura en un nuevo idioma invirtiendo la menor cantidad de tiempo y esfuerzo necesarios.
Si decidimos seguir adelante con el aprendizaje de este nuevo idioma combinando estas estructuras con un vocabulario básico podemos construir cientos de oraciones.
Punto 4: Sobre la pronunciación
En ocasiones, cuando empezamos a estudiar un idioma desconocido, es como si fuesen dos idiomas casi independientes, el escrito y el hablado, podemos a prender como se escribe una palabra pero si no nos preocupamos de aprenderla conjuntamente con su pronunciación cuando llegue el momento de hablar estaremos muy perdidos ya que aun conociendo la palabra puede que seamos incapaces de entenderla o de ser entendidos.
Para valorar lo problemático que nos resultará la adquisición de este nuevo idioma hemos de fijarnos pues en los sonidos que tiene, lo predecible que es la pronunciación a partir de la escritura, si hay reglas claras y si abundan las excepciones a estas reglas.
Un ejemplo claro son los sonidos vocales, en español tenemos cinco sonidos vocales, muy parecidos a las cinco vocales japonesas,
Al estudiar un nuevo idioma conviene pues desde un principio acostumbrarse a aprender cada nueva palabra junto con su transcripción fonética y esforzarnos en captar las diferencias entre sonidos semejantes en este nuevo idioma, con el tiempo desarrollaremos la habilidad de inferir la adecuada pronunciación a partir de la palabra escrita así como la correcta ortografía a partir del sonido.
Punto 5: Sobre el vocabulario
Ahí recomiendo conseguir una lista de las 100, 500 ó 1000 palabras más usadas en ese idioma y memorizarla, es un método eficaz de obtener un mayor resultado por tus esfuerzos.
Lista de palabras más usadas
Puedes memorizar las palabras con la ayuda de Anki: la mejor herramienta de productividad orientada a la memoria
Un par de consejos sobre memorización:
Para memorizar palabras conviene construir frases con cada palabra para verla en uso.
Conviene leer, escribir y pronunciar en voz alta cada palabra varias veces. Cuantos más sentidos intervengan mejor retendremos lo aprendido.
El mejor momento del día es justo antes de acostarnos, invertir 15 minutos revisando el vocabulario y a dormir evitando distracciones que interfieran la asimilación.
Conoce aquí –> Técnicas para aprender idiomas visualmente
Otra sencilla técnica que yo he encontrado particularmente útil es intentar traducir durante un rato cada día todo lo que pienso al idioma que aprendo, esto saca a la luz vocabulario y expresiones que todavía desconozco y que son precisamente las que más útiles me van a ser ya que por un lado son las que yo uso regularmente y por otro se retiene mejor aquello que hemos echado de menos, aquella palabra que queremos usar y todavía no conocemos o no podemos recordar.
Y así la próxima vez que practique este ejercicio pondré en práctica de un modo natural este vocabulario y expresiones recientemente aprendidos, los asimilaré para no olvidarlos ya más y añadiré nuevas entradas a mi lista.
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