Muchos pensábamos que el mero hecho de valorar algo, implica que, al obtenerlo, nuestra calidad de vida mejorará. Pensamos «me sentiré feliz y realizado cuando haga más dinero… cuando me compre una casa… cuando termine mis estudios universitarios…etc» Los valores no aportarán resultados de calidad de vida, a menos que valoremos los principios.
Todo anhelo e incluso todo el trabajo en el mundo, si no está basado en principios válidos, no ofrece resultados de calidad de vida. no basta con soñar, no basta con ascender o fijar metas. El esfuerzo debe basarse en realidades prácticas que se puedan valorar, aunque, a veces, no se consigan los resultados.
Podemos obtener resultados positivos puntuales con mucha práctica en una determinada situación, pero si intentamos aplicar la misma práctica en otra actividad, a menudo, advertimos que no sirve. Cuando nos enfrentamos con situaciones así, nos sentimos perdidos e incompetentes, por eso, los principios son verdades universales, atemporales.
La vida nos presenta retos y problemas ante los que no estamos preparados, en estas situaciones hay que recurrir a los principios que son la base de nuestra personalidad, en la que se apoyan todas nuestras acciones. Los principios deben llegar a ser innatos, realizarlos de forma inconsciente.
Estos principios pueden haber sido inculcados por nuestros padres, por la gente que nos rodea, posiblemente este sea el mejor legado que nos dejen, por la región en la que vivimos y por las circunstancias que hos han acaedido, todos estos valores nos deberían acompañar hasta la muerte.
Los principios aumentan tu autoestima y te acercan a la felicidad.
“Una persona sin principios será víctima de la manipulación de otros, un barco a la deriva y presa fácil de las vicisitudes del destino.”