La teoría debe aplicarse y transformarse en práctica en el menor plazo posible, así consolidar el reciente conocimiento adquirido.
Si discutimos fuertemente con alguien, seguro que nos acordamos mucho mejor de este incidente de que una conversación vulgar. Esto se debe a los factores emocionales que se han incluido en una de ellas.
Si disfrutamos de una experiencia en el parque es más fácil que la recordemos que si la imaginamos en nuestra cabeza. Parece obvio, pero la razón es que al vivirla realmente hemos sido bombardeados con un montón de detalles que han entrado en nuestros sentidos: el fuerte viento que soplaba, el paraguas que se le ha dado la vuelta al anciano, los niños bajando con el tobogán, el chirrido de los columpios, el ladrido del perro, etc. Sin embargo, si la visualizamos a nuestro cerebro le llega muy poca información, por tanto, tiene pocas anclas o vínculos visuales-emocionales donde colocar las imágenes para ser recordadas posteriormente.
La forma de solucionar esto, es intentar que la experiencia virtual que visualizamos en nuestra cabeza se parezca lo más posible a la realidad. Por tanto, debemos incorporar más información, como si hubieran venido de nuestros sentidos.
Cuando vayamos a visualizar una escena, tal y como comentábamos aquí, hay que intentar simular recoger la información desde distintos sentidos:
- Vista: visualizar la imagen de la palabra según nuestros filtros
- Olfato: percibir los olores de esa palabra, si es que los tiene, tanto si son agradable como no.
- Oído: oír los ruidos o sonidos relacionados o producidos con esa palabra.
- Tacto: nota cómo es el objeto, sus rugosidades o líneas finas, textura, etc.
- Gusto: saborea como sabría ese objeto si pasases la lengua, sería salado, dulce, amargo.
Es importante aportar cuanta más información mejor al cerebro, aunque sea de forma simulada. Las sensaciones desagradables y negativas son más fáciles de recordar. Por ejemplo, si tienes que recordar el nombre de una flor, el recordar pasar la lengua por ella y su sabor amargo seguro que ayuda a recordarlo.
Por ejemplo, si tuviéramos que recordar un la imagen de un perro, nos tendríamos que preguntar:
- ¿qué aspecto tiene?
- ¿como huele?
- ¿como ladra?
- al acariciarlo, ¿que sensaciones nos trae, es liso o tiene pelo?
- ¿Cómo sabe? Está limpio o sucio, ¿sabe a suciedad?
Mediante estas preguntas recogeríamos muchos detalles sobre el perro que nos ayudarían a plasmarlo como registro en nuestra memoria.
¿Cómo recordar palabras que no se pueden visualizar, abstractas?
Hay palabras que es fácil asociarles una imagen, pero otras, las que representan ideas o elementos no físicos, son más dificiles. En estos casos, hay que buscar medios alternativos:
- Buscar una o dos palabras similares que se pueda representar. Por ejemplo: oligopolio (mercado dominado por un reducido grupo de vendedores) podríamos visualizarlo como una oliva (oligo) jugando al monopoly (polio). O alimentación, se podría transformar en ALIcia+MENte+EsTACIÓN.
- Añadirle un sufijo a la palabra para que se transforme en otra. Por ejemplo: fe (confianza o creencia en alguien), podríamos añadirle fe-derico porque conocemos a alguien que se llama con ese nombre y así ponerle imagen.
- O convertir el propio grafo de la palabra en una imagen. Por ejemplo: yo (primera persona singular), si nos fijamos en sus letras la y sería un tirachinas y la o una piedra gigante.
Como podéis ver, es cuestión de usar la imaginación y buscar situaciones inverosímiles o que nos traigan recuerdos, tanto malos, como buenos. Este ejercicio además ayuda a entrenar la creatividad.
Con este método tendremos una mayor facilidad para recordar palabras, a la vez que nos divertimos.