Mucho se ha hablado de este tema y de muchas formas. En este artículo, lo intentaré de una forma más personal, de hecho yo tuve muchos problemas con los estudios. Como decía en el título, he identificado varias causas que estuvieron a punto de provocarme un abandono de mis estudios. Y reconozco que, de no haber corregido mi rumbo con decisiones que explicaré a continuación, creo que no habría terminado mi bachiller, y mucho menos mis ingenierías.
¿Qué es el fracaso escolar?
Generalmente se refiere a no obtener el título mínimo obligatorio educativo. Aunque el término fracaso escolar también se usa para describir el abandono de los estudios prematuramente, tanto en ESO, Bachiller o incluso en la Universidad.
La tasa de fracaso y abandono escolar en España están muy por encima de la media europea. Lo preocupante de esta situación es que aumenta cada año, a pesar de los distintos cambios en el sistema educativo que los distintos gobiernos implementan en sus legislaturas.
¿Por qué hay tanto fracaso o abandono escolar?
La mayoría de los artículos que he leído escritos por psicólogos, periodistas y expertos que hablan del tema, aciertan en las causas pero creo que hecho en falta más detalles concretos, más personales que podrían ayudar a más gente. A veces para conectar con el estudiante con problemas, es necesario haber pasado por las mismas circunstancias, conocerlo desde dentro. La mayoría de los argumentos que se dan justificando el fracaso son correctos, pero matizables e incluso añadiré alguno más que, personalmente, a mi me afecto de manera directa.
Factores que podemos controlar los padres y es nuestra obligación
Aunque parezca que los padres poco podemos hacer para evitar el fracaso escolar de nuestros hijos, os enumero una lista donde comprobaréis que de nosotros dependen unos cuantos factores. Aunque el que estudia es nuestro hijo, hay elementos que sí que podemos ayudar a cambiar.
Ambiente Familiar
Unos padres que apoyen, hablen con sus hijos es clave para una buena estabilidad familiar. Nuestra primera impresión cuando leemos que un niño tiene un mal ambiente familiar es pensar en familias desestructuradas, con problemas económicos, padres divorciados, que tienen peleas continuas en casa, incluso con violencia. Sin embargo, en muchos de los casos, un mal ambiente también se genera en familias de clase media alta. Los padres, preocupados por sus negocios o empresas o relaciones sociales, no están con sus hijos, creen que su obligación como padres termina en darles cobijo, pagarles los estudio y darles de comer. Delegan la educación en el colegio, clases particulares, personal externo, etc. pensando que ellos son reemplazables. Estos hijos no sienten el apoyo de los padres, a menudo se sienten solos y buscan compañía fuera, incluso consideran que los estudios es algo secundario.
El caso contrario a lo anterior, es el excesivo proteccionismo de los padres. Padres que no dejan vivir al hijo, proyectan sus vidas y esperanzas en sus hijos esperando que ellos completen sus vidas. Así el niño espera que estén siempre los padres con él, o le orienten, o le indiquen qué debe hacer y cómo, son niños papa-dependientes con poca seguridad y autoestima que sólo buscan la aprobación de sus papás.
Actualmente en España hay muchos padres que trabajan ambos con horarios de trabajo interminables, hasta final de la tarde, e incluso comienzo de la noche. Estamos perdiendo el contacto con ellos, esta situación se agrava más, si cabe, con las actuales precarias condiciones laborales que nos anuncian nuestros políticos. Esto sumado a la gran cantidad deberes que tienen y nuestra determinación a terminarlos porque no hacer los deberes es un sacrilegio que está penado, nos impide estar un rato con ellos charlando de manera amistosa como si de dos amigos se tratase: padres e hijos. Se crea una relación jefe(manda deberes)-empleado(realiza deberes) en vez de padre-hijo. Con el paso del tiempo, nuestros hijos cambiar la percepción infantil que tenían de nosotros, a vernos como los seres superiores que mandan órdenes. Por tanto, cualquier consejo que les demos, no es tratado de forma amistosa.
Debemos definir un horario fijo para realizar los deberes (como mucho dos horas al día). Si a partir de esa hora no están hechos, valorando que el esfuerzo realizado ha sido suficiente y el tiempo aprovechado, se abandonan los deberes. Si la situación persiste, habría que intentar hablar con el colegio, profesores, la Asociación de Padres de Alumnos para disminuir la carga de deberes o incluso cambiar de colegio.
Una cosa es realizar alguna tarea específica para casa, otra es delegar la educación o enseñanza de materia docente en los padres.
La carga masiva de deberes es un error grave de nuestra actual educación. Si así pretendemos motivar a nuestros pequeños al aprendizaje lo tenemos muy complicado o imposible. Si durante varios días los deberes diarios, dando por hecho la implicación de mi hijo en esas dos horas de plazo, me impiden tener una conversación amistosa con él, los mandaré a paseo.
Amigos y malas compañías
En determinadas edades, entrando, durante y pasada la adolescencia, las amistades lo son todo. Pueden marcar los gustos, profesión, vocación, incluso relación sentimental de tus hijos. En determinadas ocasiones valoro los colegios, no por su docencia, sino por las amistades que allí encontrará. Me fijo en los alumnos mayores, en lo qué hacen, dónde van, qué aficiones tienen, para suponer el día de mañana qué harán mis hijos.
¿Qué decir sobre las amistades? ¿Conviene manipularlas o dejar que el mismo sea quien las elija?
Lo políticamente correcto sería esto último, pero en determinadas ocasiones, creo que los padres tendremos que filtrarlas en función de nuestra experiencia. Hay «amigos tóxicos o malas influencias» que ellos, por si solos, no podrán soltar. Necesitarán nuestra ayuda, porque socialmente podrían quedar dañados si lo hacen ellos. En estos casos, deberemos provocar que aparezcan nuevas amistades, bien apuntándolo a nuevas actividades, acudiendo a eventos, yendo al pueblo, lo que se nos ocurra pero buscar cualquier excusa para alejarlo de esas compañías. Las amistades nos afectan seriamente, tanto a nivel personal, social, como académico.
Programas de estudios y deberes
El actual sistema educativo español, los profesores y jefes de estudio llevan a rajatabla los planes de estudio. Objetivo, en primera instancia, muy loable pero que puede conllevar a que sometamos a los niños a una gran cantidad de deberes para casa y actividades en clase que puede conducirlos a la desmotivación o sobrecarga mental. Los programas o planes de estudio en papel lo soportan todo, es fácil añadir sobre un papel nuevos temarios u objetivos, pero no se considera la retención a largo plazo de estos conocimientos que tendrá sobre los niños y su asimilación o consolidación.
Mi opinión es que no se debería realizar deberes en casa. Únicamente actividades lúdicas que no supongan un gran esfuerzo mental: leer libros, ver programas educativos, juegos educativos en la tablet o similares. De hecho, España es uno de los países con mayor volumen de deberes para los niños. Grave error. El niño termina haciendo los deberes como una obligación, un castigo, sin ningún tipo de motivación por aprender y sin ningún fin u objetivo en la mente.
Profesores
Los profesores deberían tener vocación y estar mucho mejor pagados. En sus manos está nuestro futuro y nuestra mejor inversión, que son nuestros hijos. En los países nórdicos, los profesores son figuras muy bien reconocidas socialmente. Dicho esto, también creo que deberían tener dedicación en exclusiva porque el trabajo de la enseñanza es creativo, no es un trabajo rutinario. Necesitan incluir nuevos juegos continuamente para evitar las rutinas, detectar alteraciones en los comportamientos de los alumnos, cambiar el curso de una clase si aumenta el aburrimiento. En la medida de lo posible, incluso individualizar la enseñanza para cada alumno.
Todos tenemos esa imagen idealizada del profesor, pero mi experiencia personal y lo que me he encontrado por el camino es que un tercio son grandes profesionales con pasión que transmiten, otro tercio son profesionales que cumplen con su trabajo, y otro tercio que es algo complementario, son «pasotas». Su realización o su mente está en otro sitio. No es muy correcto decir esto, estoy generalizando pero como ya he indicado al principio estoy elaborando una opinión personal y sesgada con mis vivencias. Los profesores son personas humanas que, como todos, tienden a etiquetar a los alumnos. Si un alumno se gana una etiqueta negativa, costará trabajo desprenderse de ella. Es aquí donde los padres tendremos que estar en contacto con el profesor para conseguir nuevas oportunidades para cambiarle la etiqueta. Teniendo en cuenta el número de alumnos de las clases, los profesores no pueden ir uno por uno enseñando a medida, sobre todo si te toca uno del último tercio, los «pasotas».
Lo normal en las clases y muchas veces hay que disculpar al profesorado, se está centrado en el programa, hay masificación de alumnos, por tanto, la mejor opción es generalizar el grupo en la mayoría y seguir el ritmo de ésta. No hay tiempo, ni recursos para buscar a ninguna oveja descarriada.
Como habréis podido notar en mi opinión subjetiva, sufrí algún profesor de los «pasotas». Tuve dos o tres profesores que me etiquetaron negativamente, posiblemente al principio con razón, pero luego, por dejadez, creo que no hubo forma de revertir la situación por mucho que trabajaba. Creo que este punto, sólo es posible solucionarlo teniendo una conversación directa con ellos. Si esto no funciona, recurriendo al tutor, o visitas con los padres, y si tampoco funciona toda la artillería anterior, es cuando hay que pensar en cambiar de colegio. Sí es una decisión traumática, pero peor es seguir en un sitio que no te quieren. En mi caso, una decisión acertada hubiese sido cambiarme de colegio. Cambiar de colegio puede ser causa de fracaso escolar, pero en algunos casos, el fracaso está ya anunciado antes del cambio. En determinados casos, esta decisión traumática puede ser la solución.
Como curiosidad del estrés que puede sentir el alumno ante la etiqueta de ciertos profesores y la impotencia de ver que tus acciones repercutan en mejores resultados. El primer año que estuve en la Universidad sentía alivio porque allí era un número y no me conocían los profesores. Hablo de la época del baby boom y los pasillos de clase con gente sentada en las escaleras. Sabía que si suspendía o aprobaba era por mis exámenes o trabajos, nada más. Aquello me producía una enorme satisfacción, al mismo tiempo que libertad. Me producía enorme placer saber que dependía de mi mismo.
He indicado el apartado profesores en factores que dependen de los padres. Aunque al profesor no lo podamos cambiar, es cierto que podemos alterar los acontecimientos si estamos encima. Los padres tienen que preocuparse por realizar las visitas oportunas si ven ciertos problemas. Recuerdo en mis tiempos, como determinadas tutorías o charlas de los padres con los profesores, cambiaban el curso académico de un alumno. Seguramente esas visitas coincidían con propósitos de cambio de actitud por parte del alumno pero seguro que algo ayudaba. Es probable que ese profesor después de hablar con sus padres lo viese con distintos ojos, entendiese que no era un mal estudiante, sino un estudiante con problemas que necesitaba ayuda. Es probable hasta que entendiese el porqué se comportaba de esa forma, o porque era tan pasivo con los estudios.
Problemas mentales
Por ejemplo la dislexia, dificultades para leer y comprender los textos correctamente, puede afectar hasta un 10-15% de los niños. Si no se detecta prematuramente, puede acumular ese niño varios años de retraso respecto del resto.
Problemas auditivos y visuales: sordera moderada, miopía, astigmatismo. Los niños no son buenos comunicadores de sus problemas físicos porque seguramente siempre lo han padecido. No saben distinguir si oyen o ven bien, dado que siempre han oído o visto de la misma forma.
Trastorno de déficit de atención o hiperactividad: son niños que les cuesta mucho concentrarse en algo concreto, se dispersan, son muy movidos. Empiezan muchas actividades de forma frenética pero no terminan ninguna. Prefieren actividades físicas, antes que mentales. Son impulsivos.
Es recomendable una continua observación y exploración , tanto de los padres, como de los profesores. Sobre todo de estos últimos, ya que pueden comparar o evaluar a distintos niños para detectar quien se sale de la media. A veces, los padres entre los que me incluyo, vemos problemas donde no los hay o los obviamos porque no faltan referencias de otros niños de su misma edad realizando idénticas actividades. La mayoría de los padres tendemos a exagerar los logros de nuestros hijos, lo que dificulta las comparaciones o los patrones de medida para valorar si nuestro hijo tiene algún problema. Escuchando a algunos padres hablar maravillas de sus hijos, tendría la impresión de que los míos tienen serios problemas… 😉
Autoestima, factores emocionales
La autoestima en nuestros hijos hay que sembrarla desde niños dejándoles que decidan en pequeñas acciones y vean sus consecuencias. Hay que dejarles que disfruten de sus pequeños triunfos. Se tienen que sentir útiles en alguna disciplina, tanto deportiva, como intelectual. Es recomendable que destaquen en algo sobre la media, que sepan que son mejores o lo hacen muy bien. Tanto en alguna asignatura, como en algún deporte o actividad. Déjale que tome responsabilidades o decisiones que le apliquen y se correspondan con su edad mental. Si se confunde, hay que enseñarle la lección más importante, que es algo normal. Confundirse es de humanos y aceptarlo también.
No le hagas sentir culpable por errores que cometa, son parte de la enseñanza. Incluso crea situaciones, aunque sean forzadas, para que tome decisiones. Apúntale a cursos, a deportes, dónde tenga que tomar decisiones a pequeña escala y tengan consecuencias, buenas y malas.
Para especificar, pondré de nuevo un ejemplo personal, de pequeño no se me daba bien ningún deporte, era bastante torpe, pero no por aptitud creo, sino porque no practicaba ninguno. Creo que esto me lastró un poco emocionalmente y minó mi autoestima durante un tiempo. Seguramente al no realizar ninguna actividad extradeportiva fuera del colegio, ni realizar deporte el fin de semana, ni tampoco tener padres que les gustase especialmente el ejercicio, contribuyó un poco a este estado. En lo que respecta a mis hijos, siempre intentaré que hagan alguna actividad, intelectual y física, donde destaquen o estén por encima de la media. Que tengan una afición o habilidad donde puedan sentirse seguros con ellos mismos. Donde puedan decir que bueno soy, y consolidar su nivel de autoestima y seguridad.
Internet
Internet es el mal disfrazado de tecnología que mandará a nuestros hijos al mayor fracaso escolar jamás visto… 😮 (risas tenebrosas de fondo). Las estadísticas dicen que los jóvenes fracasan porque están continuamente conectados al Facebook, Twitter, etc.
Todo esto, en mi opinion, son tonterías. A cada avance tecnológico que ha existido se le ha atribuido problemas derivados de causas más complejas, pero es más sencillo echarle la culpa a lo nuevo. Cuando apareció la radio, la televisión, o los juegos de ordenador, los culpables eran estos. Realmente el culpable es la disciplina y el hábito de estudio que tenga inculcado y punto.
La tecnología puede ser de gran ayuda pero también genera problemas, como es la infoxicación o infobesidad, la sobrecarga informativa. Los jóvenes están conectados virtualmente con muchas y variadas fuentes de información (amigos, medios de comunicación, agregadores de noticias, etc.) que pueden consumir de manera instantánea. Lo que provoca continuas interrupciones en su flujo de trabajo, generando tener que comenzar de nuevo las rampas de aprendizaje pero no deja de ser un problema que no tuvieran antes con la televisión, radio, amigos, fútbol en la calle, etc.
Lo correcto creo que serían establecer horarios fijos de trabajo o deberes, como ya he comentado antes, y otros para actividades más lúdicas como conexión a internet. No se pueden poner puertas al campo, Internet forma parte de nuestro día a día y tienen que aprender a convivir con él y administrar la información que nos proporciona. Hay que educarles también en este aspecto y en el uso de nuevas tecnologías.
Es importante establecer hábitos de trabajo desde muy pequeños, pero en pequeñas dosis, no como los deberes de hoy en día. Estoy hablando de pequeños recordatorios o fases de repaso, menores a media hora.
Problemas pedagógicos
Creemos que en la escuela o colegio enseñan cómo aprender, cómo estudiar correctamente, craso error, no lo hacen o, si lo hacen, son excepciones. Debería ser una asignatura obligatoria, pero no existe. Por tanto, los padres debemos ser quienes realicemos esta imprescindible labor en nuestros hijos, antes que sea tarde. Por eso, también he incluido este factor como atribuible a los padres.
Cuando aprendí técnicas de estudio o aprendizaje, ya estaba en la Universidad, pero no sabéis lo que me arrepiento de no haberlas conocido antes. Cuántos disgustos y sobre todo tiempo y horas de sueño me hubiese ahorrado. De hecho creo que, de todos los puntos que pudieron causar mi fracaso escolar o problemas en los estudios, el principal fue este. De hecho, estoy tan agradecido que en este blog me gustaría contarte poco a poco todas las técnicas que conozco y todavía hoy voy aprendiendo. Son infinitas, ¿por qué son infinitas? Porque todavía no conocemos con certeza cómo funciona nuestra mente, cada día hay nuevos descubrimientos que nos permiten acelerar nuestro aprendizaje.
¿Cuál es el mejor consejo o técnica de estudio para niños pequeños?
Técnicas avanzadas todavía no, primero lectura de libros o textos y resumen, lectura de libros o textos y resumen, me he repetido, pues lo digo otra vez: lectura de libros o textos y resumen.
Antes de pasar a técnicas más avanzadas, desde niños hay que enseñarles a resumir, a captar la esencia, la idea, el patrón, de cualquier circunstancia que esté ocurriendo tanto en la ficción, como en la vida real. Resumir es clave en los estudios. Es lo que les va a permitir, estudiar una lección y entender las ideas claves para enlazar con otras aprendidas anteriormente. Les ayudará a empezar a encajar las piezas del puzzle, a entender muchas cosas, a tener una visión global. Aprovecha cualquier momento, celebración, visita, película que veáis para pedirle un resumen de lo que ha vivido o visto. Haced esto continuamente, no os podéis imaginar lo que le estáis enseñando al niño. Corregidle el resumen, si se deja algo. Intentad pensar por qué ha hecho ese resumen y qué vivencias se está quedando.
Una vez asimilado esto, podemos pasar a las siguientes técnicas de estudio o técnicas de memorización.
Factores que dependen de nuestros hijos
Motivación y ganas de cambiar
Factor número uno sin lugar a dudas. Si eres padre y tu hijo no desea cambiar su rumbo como estudiante, no sigas leyendo, perderás el tiempo. Sólo te puedo aconsejar que no le castigues, ni le impongas cosas que él no quiera. Su sacrificio durará lo que dura tu esfuerzo en mantener tu foco sobre él. Estoy hablando de estudiantes mayores de 11-12 años. Lo que puedes intentar es cambiar su estado, su percepción de cómo él ve las cosas, las ve desde el presente, sin pensar en las consecuencias. Incluso un poco intoxicado por su entorno. Una temporada de cambio de aires le podría modificar ese estado, o ver todo desde distinta perspectiva.
Debe ser el mismo el que desee cambiar, al menos, aunque sepa cómo, ni por dónde tirar. Pero si tiene propósito de cambio, ya tienes media batalla ganada.
Abuso de la memoria a corto plazo
Esta es una de las causas que me afectaron significativamente a los trece años, cuando tuve mis primeros suspensos. Hasta los trece años estaba acostumbrado a realizar los deberes, lo justo para cumplir el expediente, y cuando tenía un examen, con estudiar el día antes me bastaba, pero tuvo su fin en esta edad. Me encontré con un par de asignaturas que me exigían mayor dedicación que dos o tres horas el día de antes. No me bastaba con mi memoria a corto plazo y dos horas, necesitaba algo más.
Ese día me di cuenta que mis recursos eran muy limitados, pero creí que era cuestión de invertir más horas el día de antes y seguir apostando por mi memoria a corto plazo. Bendita ingenuidad 🙂 Mientras iba pasando cursos y cumpliendo años: trece, catorce, …hasta los dieciocho años fui incorporando más y más horas el día de antes a mi periodo de estudio. Acumulé tantas sin darme cuenta que ese número de horas era finito, tenía un límite que era mi periodo de sueño. Empece a empalmar mi periodo de estudio con el desayuno, sin dormir una sola hora. Así acudí a decenas de exámenes, algunos aprobaba, otros suspendía pero mi porcentaje de suspensos empezó a superar al de aprobados. El sistema empezaba a resquebrajarse. Mi memoria a corto plazo no era suficiente. Por aquel entonces, creía que me había quedado sin recursos. La respuesta y solución era sencilla: pues estudia cada día un poco… qué fácil se dice y qué difícil es cambiar un hábito y técnicas de estudio con diecisiete años. Y con las hormonas en plena ebullición. Ese año fue duro. Posiblemente fue el año que más he estudiado en mi vida y que peor rendimiento he tenido. Mi falta de hábito y técnicas de estudio me pasó factura, y estuve a punto de abandonar. Por suerte, en la vida se cruzaron varias personas, varios libros, varias técnicas de estudio que me ayudaron, pero no fueron inmediatas. Tardaron unos meses en dar resultado, pero vaya si lo dieron. Fue la mejor inversión de mi vida: mejorar mi capacidad de aprendizaje.
¿Vosotros que opináis?
Si queréis compartir vuestras causas o posibles problemas que tuvisteis en vuestros estudios podéis hacerlo en los comentarios. Incluso, hay algunos detalles personales que todavía me he dejado en el tintero, si interesa el tema indicádmelo también en los comentarios o redes sociales y realizaré más post ampliando la información. Espero, de verdad, que os ayude en un futuro.
PD: Son casi las dos de la mañana después de un día muy laaaargo, estoy cansado de escribir, ya no veo nada, me pican los ojos y me voy a dormir. Buenas noches a todos 😉
Necesito ayuda para que mi hijo tenga rendimiento escolar me muero de pena cuando veo que de 40 alumnos solo mi hijo suspende el curso.